jueves, 26 de marzo de 2009

Ni feto, ni lince ibérico...¿han acertado en algo?


La última quincena del mes de marzo de 2009 será recordada en los manuales de monaguillo como la madre de las campañas publicitarias de la demagogia católica. La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha pagado la colocación en 1.300 vallas publicitarias de 36 ciudades de España de un cartel para denunciar el aborto.
La campaña publicitaria puesta en marcha con el lema: "¡Protege mi vida!" se compone además de 30.000 carteles repartidos en parroquias y centros católicos de toda España y de la distribución en las diócesis de 8 millones de folletos. La imagen muestra a un niño (bebé de varios meses que ya gatea) junto a un cachorro de lince con el sello de “lince protegido” estampado encima.
Las primeras críticas a esta campaña se han centrado en el moteado del cachorro de lince. Fuentes expertas del programa para la conservación del lince ibérico han afirmado que el ejemplar que aparece en la campaña publicitaria de la Conferencia Episcopal contra el aborto no corresponde a un ejemplar de lince ibérico –efectivamente en peligro de extinción y protegido por la legislación española-, sino a un lince euroasiático o boreal: más pálido, con un moteado de piel que resalta menos que en la especie ibérica y, en todo caso, en menor peligro de extinción.
Siguiendo con el análisis del anuncio, observaremos el otro ejemplar: un bebé de ser humano. Según la definición del diccionario de la Real Academia Española (23 edición) aborto es: Del lat. abortus.1. m. Acción de abortar. 2. m. Interrupción del embarazo por causas naturales o deliberadamente provocadas. Puede constituir eventualmente un delito. 3. m. Ser o cosa abortada. 4. m. Engendro, monstruo.
Ya que tenemos el diccionario a mano seguimos consultando. Feto (Del lat. fetus, cría). 1. m. Embrión de los mamíferos placentarios y marsupiales, desde que se implanta en el útero hasta el momento del parto. 2. m. abortón- (De abortar): 1. m. Animal mamífero nacido antes de tiempo- 3. m. coloq. Persona muy fea.
Descartamos que el bebé que sale vestidito y sonriendo en la foto sea un aborto ( 3. m. Ser o cosa abortada. 4. m. Engendro, monstruo) o un feto (abortón o 3. m. coloq. Persona muy fea.) La primera acepción de feto nos deja claro que lo que se aborta es un feto, no un bebé sonriente.
Concluimos pues que los obispos se han equivocado en la foto del lince ibérico y del feto o engendro mostruoso. Ahora veamos la relación entre los elementos. El cachorro de lince representa a la especie del animal mamífero Lince, y el bebé (no feto) a la especie del animal mamífero racional Ser humano. Podríamos discutir con los ecologistas si el Ser Humano está peor protegido que los Linces. Seguro que no nos lo conceden. Quizás la Iglesia no iba por ahí, con tantos equívocos quién sabe ya lo que quería decir, y no supieron hacer. Si lo que pretendían eran desviar el debate racional sobre el aborto y desplazarlo hacia polémicas de moteados y apelar a los sentimientos de la ciudadanía no van desencaminados. Cuando vi el cartel por primera vez pensé: oh, Dios mio, que las feministas se han vuelto locas y han empezado a cazar bebés por el campo como los furtivos disparan a los linces. Pero después de una toma de conciencia física (mi útero en plena menstruación me dio un pinchazo) dije: menos mal que la Iglesia nos quiere proteger a las hembras humanas, y no digo mujeres porque la comparación resalta el lado animal, de mamíferas que tenemos, como el Lince. Nos quiere proteger de nuestras propias decisiones. En eso tiene una larga experiencia histórica. He oído que la Iglesia si cree que las mujeres podamos decidir sobre nuestra vida y nuestro cuerpo, pero eso si, bien asesoradas. Suena a cuando nos negaban el voto porque votaríamos mal. Primero tenían que enseñarnos, claro, diciéndonos a quien votar.
Abortar es según el diccionario interrumpir el embarazo. La legislación española (retrasada en este tema con respecto a la mayoría de las europeas y a varias latinoamericanas) contempla la posibilidad de abortar –en las primeras semanas de embarazo- en tres supuestos. La Iglesia niega a las mujeres violadas, incluso a las violadas mediante incesto, la posibilidad de abortar. La Iglesia también niega a las mujeres el derecho a interrumpir un embarazo que representa serios riesgos para la vida de la madre o del feto. La Iglesia niega que las mujeres aborten incluso si el embarazo las trastorna. Pero a quien le estraña. El Papa niega a África el uso del condón para prevenir el SIDA que los diezma velozmente. El gobierno actual acaba de presentar un borrador de lei sobre el aborto, una reforma urgente, que toca aspectos delicados socialmente, como por ejemplo el derecho a decidir sobre la maternidad a una niña de 16 años. Con 16 años en España una persona puede decidir si someterse a una operación grave, puede parir y tener una criatura, pero no puede decidir que no quiere parir. Flagrante contradicción.
El lema del movimiento feminista es “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Con este lema no se niega la participación de la pareja consentida en la decisión sobre un posible embarazo, lo que se reclama es el respeto a los derechos reproductivos de las mujeres. La legislación sobre la reproducción libre y gratuita incluye el derecho a parir con cargo a la seguridad social y a abortar también bajo los cuidados de la misma. El Estado tiene el deber de cuidar a sus ciudadanos y ciudadanas. Esta medida aliviaría las penosas condiciones en las que abortan las menores de modo clandestino y las pobres. Las ricas pueden viajar a París, Londres o Suecia a abortar legalmente, pero las pobres se desgarran y desangran en chabolas sin condiciones higiénicas dignas.

Los obispos deben velar por la seguridad y el bienestar de su comunidad religiosa y no pagar millones por campañas publicitarias. Una valla puede costar al mes entre 600 y 2000 euros. Ese dinero que donan los/as feligreses/as estaría mejor empleado en alimentar a bebés que si se mueren de hambre, los que de veras no están protegidos por nadie. O a comprar preservativos para África que acaben con el VIH. El voto de pobreza de la Iglesia hace siglos que se perdió, y ahora pecan de soberbia. Basta ya de que decidan por nosotras, y a predicar al templo, que el espacio público español es laico, o al menos debiera serlo.
La Red Feminista y Mujeres en Red ha respondido a los obispos con la iniciativa Las Linces. http://laslinces.blogspot.com/ Les proponemos vallas alternativas diseñadas por creativas/os, usuarias/os de la red, etc. para poner en su sitio a los obispos.

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