jueves, 26 de febrero de 2009

miércoles, 25 de febrero de 2009

lunes, 23 de febrero de 2009

Día Internacional de la Mujer

¿Cuántas mujeres se desangrarán hasta la muerte
en algún piso cochambroso
en manos de cualquier carnicero
en forzada clandestinidad?

¿Cuántas cuchillas infectadas
mutilarán la tierna piel de una niña
en algún pueblo abandonado
incluso en la gran ciudad?

¿Cuántos pechos flácidos y vacíos
enfrentarán el rostro de un niño hambriento
que gracias a la desidia del mundo
hoy de nuevo ayunará?

¿Cuántas niñas temerán
la llegada de la noche
con sus sombras aterradoras
que sus sueños perturbarán?

¿Cuántas adolescentes
ofrecerán esta noche
su guardado tesoro a algún príncipe
que las convencerá con falsas promesas
de amarlas hasta la eternidad?

¿Cuántos cardenales se esconderán
bajo falsos pretextos
y excusas de patosidad?
¿Cuántos idiotas con un ramo de flores marchitas
en vano intentarán hacerse perdonar?

¿Cuántas más celebraciones
del Día internacional de la Mujer
hasta que realmente podamos celebrar
esa tan añorada igualdad?

© Silvia Cuevas-Morales. Del libro Rodaré maldiciendo: poemas y arte callejero. Editorial cooperativa Cambalache, Oviedo, 2008.

Foto de Marquesa Alba.

jueves, 19 de febrero de 2009

La Cenicienta que no quería comer perdices

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Mujeres invisibles

A veces el tratamiento mediático de la alteridad femenina nos sorprende gratamente, lo cual tiene más merito si se edita en un gran diario de referencia y difusión. Felicidades a la redactora Lola Huete, le ofrecemos esta humilde tribuna, eso si con un público selecto y con formación feminista, que nada tiene que envidiar al País en criterios de publicación. Y si no juzguen...




Foto de Alfredo Cáliz (El País)
Texto de Lola Huete Machado/ El País (15/02/2009)

Awa, Ekra, Rachel, Jackie, Catherine... son mujeres, inmigrantes y negras. Triple discriminación. Miles de subsaharianas recorren durante años el camino hacia Europa, huyendo de la pobreza o la guerra. 'El País Semanal' sigue sus historias.

Hay personas sabias que en pocas palabras son capaces de definir el mundo. Una de ellas es Ekra A. K., de 30 años, de Costa de Marfil. "¿Qué haces para poder vivir?", le preguntamos en los seis metros cuadrados en los que habita en Rabat (Marruecos). Ella mira un segundo alrededor: a las paredes, donde cuelgan pósteres de sus ídolos, las hiperblancas Shakira y Avril Lavigne; a la bombilla lánguida y el ventanuco atrancado en lo alto; al colchón oculto con telas y los vestidos que penden del techo; a la tele y las cazuelas con verdura cocinada sobre la alfombra... Es todo. No cabe más en este espacio por el que paga 70 euros al mes. Ni una gota de aire. "Prostituirme", afirma.

"Dos euros por hombre una vez; 20, la noche", dice esta mujer redondita y agridulce cuyo camino (tal como ellos llaman al viaje) hacia Europa se inició el día en que toda su familia fue asesinada en una emboscada. "Aquí viven otros tres africanos, refugiados de Congo", indica Ekra, que no tiene papeles, ni asistencia, ni posibilidad de movimiento. Aquí es un pasillo y dos cuchitriles más, donde un hombretón te agarra del brazo en cuanto apareces. "Ven, ven que te voy a enseñar", le dice a la periodista arrastrándola al interior. Toda mujer sirve en este contexto sólo para una cosa. Pero la visitante es morena, y sin embargo, blanca. La cosa cambia. Y el hombre desiste. Volvemos con Ekra. ¿Se dedican muchas conocidas a lo mismo que tú? "No sé la vida de otras. Cada una hace lo que puede para sobrevivir, para avanzar y llegar a su destino".

En ese destino (España) con el que sueña Ekra hay personas de naturaleza prodigiosa. Una de ellas es Happiness, veinteañera larga, nigeriana enérgica y dura, ágil de verbo, bromista, que ha dejado atrás familia e hijo, un país complicado y denso, y ha conseguido atravesar el Estrecho para llegar hasta Roquetas de Mar (Almería), allí donde el mar es anécdota, y el invernadero, rey. Trabaja y habita Happiness en uno de esos cortijos, antaño de labranza y retiro y hoy abandonados en los descampados o encajados entre los plásticos o los bloques de pisos del boom inmobiliario último ya desinflado. Edificaciones en ruinas, ocupadas por inmigrantes sin techo y ya casi siervos gracias a la crisis económica (lo indica la asociación hispanoafricana Acciones Comunitarias Almerienses, ACA); casas de una planta, con patio interior y cuartos varios con múltiples camas para poder simultanear el trabajo sexual. Allí conviven las chicas a las órdenes de la madame, a la que suelen pagar semanalmente 50 euros. Lo cuenta luego Evelyn A., de Nigeria, que lo sabe bien porque estuvo en ello y ahora, ya fuera y regularizada, afirma: "Nunca más podría, la sensación de suciedad de ti misma es tremenda".

En el salón hay siempre una tele encendida y sillas en círculo para los que allí se reúnen, subsaharianos -se estiman 25.000 en el gueto de los sin papeles en la zona- sin otras relaciones sociales posibles, que van a ver la telenovela nigeriana vía parabólica, a beber barato, a bailar su música y a por sexo: 10 euros el polvo, 40 la noche entera. Ahora mismo varias mujeres permanecen sentadas a la espera, balanceándose embobadas ante la pantalla y apretando contra sus cuerpos envases de plástico de esos en que se comercializa lavavajillas. ¿Por qué os colocáis las botellas sobre la barriga? He ahí pregunta sin intención. "Tienen agua caliente. Para el frío. ¿Quieres?", nos ofrecen una. La respuesta de Happiness es otra: "Para relajarte los espasmos después de mucho follar, ¿comprendes?".

Dice un miembro de una ONG de la localidad de El Ejido, aquí pegado, que hay días con colas de clientes en las puertas de los cortijos, y que no, que no son sólo africanos, que hay mucho español (y sí, los veremos llegar luego en sus coches), mayor y no tanto. Y salvo alguna formación y asistencia médica garantizada (de lo que se ocupan, entre otros, Médicos del Mundo en la zona, con programas para personas en situación de prostitución; sólo eso sería ya un sueño para Ekra), no hay fórmula mágica efectiva "para sacarlas de ahí", dicen en ACA. "Tienen presiones, deben mandar dinero a sus familias o pagar las deudas inmensas que han contraído en el camino". La religiosas Oblatas de Almería, con cuatro siglos de experiencia en la materia (ellas, como las Adoratrices, saben de qué hablan), ofrecen pisos de acogida a algunas y les ayudan a romper el círculo.

Ekra y Happiness son dos ejemplos de una situación común poco conocida. A saber, violación sistemática de derechos humanos sólo por ser mujer. A uno y otro lado de la frontera. Explotación, trata, prostitución. En todo el camino. De ello habla un informe que se presentará en Madrid estos días, realizado entre 2005 y 2007, por un grupo de juristas, la organización Women's Link Worldwide, formada por mujeres empeñadas en la lucha contra la discriminación por cuestión de género y en su defensa. "Tenemos información frecuente de las llegadas de subsaharianos en pateras a las costas españolas, de la forma en que saltan la valla de Ceuta y Melilla o de la respuesta de las autoridades y la población civil... Pero existe un gran vacío en las implicaciones que supone para una persona iniciar el proceso migratorio, especialmente para una mujer", cuenta Viviana Waisman, la directora.

La idea nació cuando documentaban en 2005 en la frontera de Ceuta situaciones de violencia: "Nos llamó la atención que se hablara siempre de hombres. ¿Y dónde están ellas?, nos preguntamos. Y ellas estaban ahí mismo, en los bosques, ocultas. Incluso para hablarles había que pedirles la palabra a ellos. Al final pudimos acercarnos, comunicarnos; más con las francófonas que con las anglófonas; las nigerianas son complicadas, muy vulnerables...". Visibilizar lo invisible fue el objetivo. Allí había embarazadas, heridas, explotadas, devastadas (ver www.womenslinkworldwide.org). Mucho que contar. Muchas historias. Todas grandes.

Las de las refugiadas, por ejemplo. Victorine, Marie, Catherine, Rachel..., cuyo viaje se terminó en Rabat. Esta última, de Costa de Marfil, 1970, salió en 2002 de su país, donde era asistente veterinaria, dejando desaparecidos a cuatro de los seis hijos que ha parido y de los que no tiene noticia: "Con la guerra se desintegraron poblaciones enteras". Los pequeños Jonathan y David revolotean ahora en su casa actual, marroquí, de las de patio fresco y azulejos hermosos. Los dueños viven arriba; los inmigrantes (nueve en total, la mayoría de Congo), hacinados abajo. Muestra Rachel su carné de refugiada expedido por ACNUR y nos deja fotografiarlo. "Antes nos daban 74 euros para vivienda; ahora se ha terminado. No quieren reinstalarnos, no dan más tarjetas". Rachel espera y se gana la vida vendiendo en la calle con los dos niños a la espalda. También Catherine D. (Costa de Marfil, 1963) es refugiada. Vive en Casablanca, en el barrio de El Oulfa, con nueve compatriotas (tres con estatuto; el resto, solicitantes de asilo), en una habitación por la que pagan 160 euros y han podido alquilar con una carta de residencia de otro que les costó la fortuna de 300. Catherine salió de su país en 2002 y aquí está, esperando: un trabajo, que alguien haga algo, que la trasladen a otro lugar con futuro.

En diciembre de 2008 había en Marruecos casi 800 refugiados y 346 solicitantes de asilo. Y ACNUR tiene acuerdo de sede en este país sólo desde 2007. "El reasentamiento lo hacemos a pequeña escala, para evitar el efecto llamada y porque deseamos que Marruecos asuma poco a poco su responsabilidad en materia de asilo y refugio", dicen. Aseguran que hay avances: "Desde hace un par de años han bajado las expulsiones". La falta de reconocimiento oficial del estatuto impide, sin embargo, que los refugiados tengan acceso al mercado laboral, a la asistencia médica y educativa. ACNUR, que no da abasto, gestiona caso a caso a través de organizaciones marroquíes como la Fundación Oriente-Occidente (FOO) y la Organización Panafricana de Lucha contra el Sida (OPAL).

"¿Regresar a mi país? Es imposible, soy del centro, zona rebelde. ¿Adónde iría? ¿Y cómo? Estamos perdidos en tierra de nadie", sigue Catherine. A su lado aparece Kouassi E. A., recién llegada, abatida. A formular la pregunta habitual de a qué se dedica, llora. "Sólo hago que darle vueltas a la cabeza". Tres de las mujeres hicieron el camino juntas. "Pagas 450 euros por el paquete completo y cruzas a Marruecos con los comerciantes del Sur. ¿Que cómo es la vida en Senegal, por ejemplo? "Algo mejor, sin trabajo, pero con dignidad; allí eres persona; aquí no; aquí sufrimos agresiones en la calle, y si vas a un hospital no te tocan, te hacen enseguida el test del sida, para ellos nuestra piel está contaminada".

"Horror sobre el horror", dirá luego Javier de Lucas, presidente de la Comisión Española de Ayuda al refugiado (CEAR), al referirse a la situación de las miles de subsaharianas atrapadas en Marruecos o en Libia, convertidos ambos países ya en frontera de control de la UE (externalización, lo llaman unos; cancerberos, otros). Explican en CEAR el contexto migratorio general: "Desde un punto de vista político, las fronteras europeas se están trasladando hacia el Sur (norte de África) y el Este (Ucrania, Moldavia...). Esto se está haciendo de forma sutil, a través de acuerdos de cooperación; los Gobiernos occidentales ofrecen grandes cantidades de dinero de la cooperación para que los fronterizos gestionen los flujos migratorios. El problema es que éstos no saben gestionarlos, los policías no tienen formación (expulsan sistemáticamente hacia Argelia y sin examinar a personas susceptibles de asilo) y cometen graves abusos de derechos humanos".

Opina De Lucas que, además, nuestras propias reformas de la ley de extranjería y refugio no permiten ser optimista: "El Gobierno español no está a la altura en inmigración, y el asilo se va a homogeneizar a la baja con la UE; la nueva ley es un paso atrás, aunque tenga aspectos positivos como la cuota de reasentamiento; además, la crisis económica servirá de coartada para los recortes con vistas a la opinión publica", sigue De Lucas. Y da un dato ilustrativo: España ha concedido asilo a ¡151 personas! en 2008. "Increíble, con la que está cayendo por el mundo". En la ONG Caminando Fronteras (CF), en Tánger, matizan: "La paradoja es que la externalización controla con métodos expeditivos la migración de los más pobres, pero a la vez produce un efecto de reforzamiento de las redes de trata con fines de explotación. Y ésta afecta sobre todo a mujeres y niños...".

Ekra es capaz de verbalizar su situación. Happiness, de ironizar sobre ella. Rachel o Catherine, de denunciarla. Otras subsaharianas callan. Porque no sabrían por dónde empezar; porque no quieren ser vistas siempre como víctimas ("Lo odian, de hecho; hacen siempre todo lo posible por mantenerse enteras, vivir lo que les toca con dignidad", dicen en CF) o porque prefieren dejar que sobreentiendas. Ekra, por ejemplo, es coqueta, uñas pintadas, corte de cabello hipermoderno: "Es una peluca". Y se la quita sin más para mostrar su pelo real, corto, a lo chico. Un estilo que le ayudó a pasar inadvertida cuando fue necesario. En el camino, dice, ser menos mujer es más seguro.

Jackie S., cristiana, de Bundulu, RDC, estaría de acuerdo. Tiene 18 años, dos niñas, Tracy y Kelsey, un rostro bellísimo y triste, y su vida habría sido más fácil de haber nacido varón. "Me obligaron a casarme con un hombre mayor cuando mi padre murió". Su marido la maltrató hasta la saciedad (enseña las marcas por el rostro, el pecho...). "No podía dormir con él, no podía... Quería un hijo cada año, uno tras otro". Y así. Huyó cuando su pequeña tenía dos semanas. Ella cruzó Centroáfrica, Chad, Argelia, Malí... Un amigo comerciante la acompañó. Y desapareció luego. "Les sucede a todas, los maridos del camino se sirven de ellas, y cuando quedan detenidas en un punto, ellos se marchan a intentar cruzar; es mejor intentarlo solos".

Abandonadas a su suerte y con hijos, las africanas, dice Jorge Martín, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Marruecos, son doblemente vulnerables: "Nosotros hemos atendido casos de víctimas de agresiones por parte de fuerzas de seguridad, de otros inmigrantes o de delincuentes comunes... los abusos sexuales son constantes".

A Women's Link Worldwide le interesaba saber eso, los detalles de una travesía extrema, entre 2.000 y 6.000 kilómetros de distancia y dos años de tiempo medio. Por qué las subsaharianas deciden abandonar sus países, con quién viajan, cómo recorren durante años tales distancias, se relacionan con los hombres y las redes de trata o se ganan la vida; cómo gestionan lo de su condición femenina (sexo, preservativos, regla, embarazos, hijos, sida, enfermedades...); qué soñaban antes y sueñan ahora; cómo se sienten las que no lo han logrado y consiguen mantenerse cuerdas.

En 130 entrevistas realizadas in situ en Marruecos y España (para ver diferencias) les preguntaron desde los datos básicos (edad, origen, etnia, religión) hasta los motivos para realizar el viaje. "Pobreza, matrimonios tempranos, guerra, violencia", fue la respuesta. Tiempo de duración: dos, tres años de media, a pie o en camión. Guerras vividas: frecuentes. Familiares inmigrantes: a menudo, y les ayudan a pagar el viaje a la red. Ayudas recibidas: suelen unirse a los llamados maridos del camino, lo que significa protección ante otros a cambio de hacer de esposa. Otras veces son protegidas de sponssors o traficantes con los que adquieren deudas que deben pagar al llegar a Europa. Medios para buscarse la vida: mendigar o prostituirse. Si son refugiadas o han pedido asilo; si han sido expulsadas o deportadas, por dónde cruzaron y cómo a España... Si tienen o han tenido parejas, hijos, métodos anticonceptivos, abortos... Y si han sufrido violencia o abusos: la mayoría dice que sí, donde más, en Argelia y por policías. Lo que estas mujeres cuentan e incluye el informe en el apartado Salud sexual y reproductiva no tiene resumen posible. Bastan ejemplos:

-"No sé cuantas veces he abortado, me dan cosas para perder el bebé y me drogo para soportar el dolor".

-"Te pones condones algunas veces, cuando los hombres quieren y cuando te los dan las organizaciones".

-"En Marruecos, abortar no es nada fácil, con lo cual recurres al Cytotek (un abortivo), y muchas no saben el riesgo que supone para la vida si no lo haces a tiempo, y lo toman muchísimo, sobre todo las nigerianas, que son obligadas por sus patrones porque ellas no deciden".

-"He sido violada en la frontera argelina tres veces: por marroquíes y nigerianos".

-"En la comisaría de Nador ofrecí acostarme con un militar para que no me expulsase a la frontera con Argelia. Estaba en una celda pequeñita y el militar me dijo que me duchase delante de él, y lo hice y se bajó el pantalón y me folló delante de mi bebé. Después llamó a sus compañeros y lo hicieron todos, todos".

Y así sucesivamente. "Las conclusiones del informe sobre estas mujeres se resumen en una: violaciones y violaciones de todo lo violable", dicen en Women's Link.

Ahora, el campo y los suburbios urbanos marroquíes son parada final para muchas. Y lo que aquí sucede lo advierten muchas ONG desde hace años. "En un país de tránsito, la integración no es posible de momento", explican en CF. Lo dicen otras como SOS Racismo, Médicos del Mundo, o las marroquíes como la antirracista Gadem (impresionante su informe de junio 2007 titulado La cacería del inmigrante en las fronteras del sur de Europa), la sanitaria Asociación de lucha contra el sida (ALCS) o AFVIC. O hasta del Departamento de Estado norteamericano, en su informe anual Traficking in person 2008. "El Gobierno de Marruecos no asiste a los inmigrantes y refugiados". No hay intención política clara, no se respetan derechos humanos básicos ni acuerdos internacionales, a pesar de tener firmada la Convención de Ginebra, que obliga a no poner en peligro la integridad de una persona e impide expulsar a los refugiados. Y el país carece de condiciones sanitarias, educativas u organización de acogida; no posee legislación adecuada porque anda luchando con su propia pobreza.

Por las calles de cualquier lugar de Marruecos que no sea turístico se aprecia: éste no es lugar de destino, como no lo era la España de los sesenta. Con FOO visitamos una de sus sedes educativas en el barrio de Sidi Moumen, en Casablanca. Allí se encuentra el más pequeño de los llamados bidonville, barrios de chabolas: un absoluto vertedero habitado por 20.000 personas y otros tantos animales. "Zonas tan degradadas que están ya bajo un gran proyecto de desarrollo nacional y cuentan con el apoyo personal hasta del Rey", dicen los de FOO.

MSF calcula en 5.500 los subsaharianos (otros en 7.000, muchos escondidos), entre Rabat , Casablanca y Tánger. "Es población móvil, pero el número es estable entre salidas y llegadas; y cada vez hay más mujeres y más jóvenes". En Tánger, por ejemplo, han llegado grupos de adolescentes nigerianas en los últimos días. "La mayoría, preñadas", nos dicen allí. Pero los inmigrantes en estas ciudades empiezan a ser vistos por la población, asegura Martín. "Existen. Porque antes de 2001 ni existían". MSF atiende aquí a los subsaharianos desde 2003 en cuatro ejes: salud sexual y reproductiva, epidemias como sida o tuberculosis, violencia y asistencia de urgencia. "Y no todos entienden nuestra dedicación. He aquí razones: los inmigrantes son más vulnerables, están desasistidos, en situación administrativa irregular, más expuestos, sin redes sociales de protección. Los nacionales de un país cuentan con un Estado, una red social, una familia; ellos no; ellos, sólo las ONG".

Insiste Martín en que no intentan de ningún modo sustituir al ministerio de salud en su tarea. De hecho, sin él, nada es posible: "Queremos ayudar; buscar acuerdos con centros de salud primaria que permitan la asistencia directa al inmigrante, sin que éste deba acudir acompañado de un miembro de ONG para ser atendido. Trabajar en red es bueno para todos. Y hay muchos médicos ya en disposición de colaborar, esto también ha mejorado. Hay buena voluntad, falta sensibilización y legislación". Es más: "El fenómeno no va a desaparecer, ni siquiera con la crisis económica en el mundo desarrollado. Los africanos seguirán acercándose a Europa vía Marruecos o Libia, por donde sea. Y la política que practica España de contención de fronteras tiene consecuencias terribles: la peor es que reduce la dignidad de estas personas al cero absoluto".

A Jackie, en Rabat, se le ve superada con sus dos criaturas; día y noche encerradas en un cuarto donde apiñan sus pocas pertenencias. "Muchos menores en esta situación acaban desapareciendo; no los pueden atender, los dan, los venden. Hubo un tiempo en que la Guardia Civil era más permisiva en la frontera si ibas con niño en brazos, así que muchas se los dejaban a pasadores para que acabaran en el sistema de acogida en España". CF se ocupa de 15 de estas mujeres, solas, con hijos, abandonadas ya por la red y con riesgo de estigmatización por "ser mujer y estar sola": "Aquí significa ser prostituta". A Jackie la encontraron los de CF mendigando con sus hijas en el mercado. "La asistimos para pagar la casa; tener un techo es fundamental para alejarlas de la calle y de la trata, pero encontrarlo es complicado, nadie quiere firmar nada. Intentamos escolarizar a los niños, sólo es posible en centros privados. La vida social es fundamental para ellos".

Al contrario que otras, Jackie asegura, y se ve, tener una relación cordial con la familia marroquí que le alquila la casa: la ayudan con la comida. La ropa de las niñas, hoy vestidas de domingo, con abrigos estilo británico total, se la regalan en la iglesia evangelista del pastor David Brown, un nombre que repiten mucho las subsaharianas en Rabat y Casablanca. Igual que repiten el de Cáritas, el de MSF, el de las franciscanas de Casablanca ("Después de las deportaciones al desierto en 2005, volvimos la vista y allí estaban estas mujeres completamente perdidas a su suerte, decidimos asistirlas", dicen), o el de Paula (de las hermanas de Calcuta): "Viene de vez en cuando y hace lo que puede". Sin militantes, religiosas y ONG, muchos africanos enloquecerían. Ellas lo llaman "perder la cobertura". "Salen de sus países más o menos bien y se deterioran en el camino, física y psicológicamente". Y sucede mucho.

Awa K., 25 años, dos hijos (Ismael, de tres años; Beyoncé, de uno), nacidos en un hospital, pero sin que conste: venir al mundo en este territorio no significa nada, ni da ningún derecho si no puedes pagar el certificado de nacimiento. "Tienes suerte si te lo consigue una ONG, pues, por ejemplo, vacunarles no es posible sin él". Awa, delgadísima, vestida con vaqueros y camiseta interior de encajes, juega con sus retoños, ajenos a todo, y cuenta que vive desde hace un lustro aquí y su situación es desoladora: pide por las calles, coge lo que encuentra, busca quien le dé algo por lo que quiera que sea que ella tenga u ofrezca. Su mirada es acerada, tremenda, herida. "El padre de las niñas nos abandonó". Su habitación no está ordenada ni limpia como la de Jackie, no hay nada, ni ropa, ni comida, ni siquiera la eterna televisión que distrae, que yace a piezas en el suelo. En el cuarto de al lado dormitan los gatos entre restos de comida putrefacta y trastos. No quiere hablar de su pasado, sólo mirar adelante: "Algún día podré salir de aquí, es igual que me digas que al otro lado quizá no sea fácil. Nada puede ser peor que lo ya vivido".

Quizá por eso, los que consiguen dinero intentan una y otra vez cruzar a España. Y las noticias del otro lado gotean en éste: pateras que llegan con muertos, saltos a las vallas, ahogados, disparados, redadas, controles, deportaciones... Historias cotidianas en las que participan o lo harán muchas como Ekra, Awa, Jackie, Rachel, sus hijos o amigos. "Al menos 28 personas han muerto en las costas de Alhucemas al intentar llegar hasta España. Según los supervivientes, el accidente se debió a una intervención violenta de la marina marroquí... En ella viajaban mujeres embarazadas, cuatro bebés, refugiados y demandantes de asilo, todos subsaharianos... Los cuatro bebés murieron en el agua".

Era abril de 2008. Uno de los pequeños era Feber, cinco años; niña nacida por amor. Se ahogó delante de su padre y agarrada a su madre, Precious, nigeriana, que intentó salir de la red de trata. "Fue horroroso. Te paras en Malí y comienza lo que será tu vida en Europa. Te tienes que follar a todos los que quiera el contacto, el connection man, y, claro, no hay preservativos, nada que pueda protegerte, sólo enfermedades", contaba.

Ella fue una de las 130 mujeres participantes en este estudio.

martes, 17 de febrero de 2009

¿A qué llamamos feminicidio?



MARCELA LAGARDE

El feminicidio es una ínfima parte visible de la violencia contra niñas y mujeres, sucede como culminación de una situación caracterizada por la violación reiterada y sistemática de los derechos humanos de las mujeres. Su común denominador es el género: niñas y mujeres son violentadas con crueldad por el solo hecho de ser mujeres y sólo en algunos casos son asesinadas como culminación de dicha violencia pública o privada.

De acuerdo con Diane Russell y Jill Radford, los crímenes se dan en todo el mundo y son el resultado de la violencia misógina llevada al extremo y, por ende, son la muestra más visible de múltiples formas previas de hostigamiento, maltrato, daño, repudio, acoso y abandono.

Sociedades del pasado y del presente han convertido el feminicidio en una costumbre y una práctica social para desechar a las niñas a través del infanticidio o, en la actualidad, se extiende la práctica del feticidio selectivo de productos XX en busca de gestar niños, ante la imposibilidad de las parejas de procrear más de una criatura.

La explicación del feminicidio se encuentra en el dominio de género: caracterizado tanto por la supremacía masculina como por la opresión, discriminación, explotación y, sobre todo, exclusión social de niñas y mujeres como propone Haydee Birgin. Todo ello, legitimado por una percepción social desvalorizadora, hostil y degradante de las mujeres. La arbitrariedad e inequidad social se potencian con la impunidad social y judicial en torno a los delitos contra las mujeres.

Es decir, la violencia está presente antes del homicidio de formas diversas a lo largo de la vida de las mujeres. Después de perpetrado el homicidio, continúa como violencia institucional a través de la impunidad que caracteriza casos particulares, como en México, por la sucesión de asesinatos de niñas y mujeres a lo largo del tiempo (más de una década desde que se inició el recuento).

En el país ha habido periodos feminicidas ligados a territorios específicos que sólo la impunidad favorece las condiciones que permiten los crímenes y se da en contra las mujeres. Cada niña o mujer asesinada había experimentado durante su vida múltiples formas de violencia y daños a su integridad, dignidad, desarrollo que atentaron contra su libertad.

Los crímenes contra niñas y mujeres se cometen en sociedades o en círculos sociales cuyas características patriarcales y la violación de los derechos humanos se concentran y agudizan de manera crítica. En su mayoría se articulan con otras condiciones sociales y económicas de extrema marginación y exclusión social, jurídica y política. Son el producto de una organización social basada en la dominación de hombres sobre mujeres, caracterizada por formas agudas de opresión de las mujeres con sus constantes mecanismos de desvalorización, exclusión, discriminación y explotación a las que son sometidas las mujeres por el sólo hecho de serlo.

Los asesinatos abarcan a niñas y mujeres de diferentes edades, condiciones socioeconómicas y educativas. La mayor parte de ellas no pertenecía a círculos sociales delictivos y fueron cometidos por conocidos y desconocidos.

Los asesinatos de niñas y mujeres han sido perpetrados en entidades federativas con distintos grados y tipos de desarrollo y encuadre social y cultural, en municipios urbanos y rurales, zonas metropolitanas y suburbanas, regiones fronterizas del sur y del norte, y también en zonas del centro del país.

En esta diversidad, sin embargo, son asesinadas mayoritariamente niñas y mujeres con alto grado de inseguridad, vulnerabilidad vital y nula protección social e institucional, en zonas de devastación social donde predominan la inseguridad, el delito, una convivencia marcada por la ilegalidad, los poderes fácticos, el desbordamiento de las instituciones y la ruptura del Estado de derecho.

En la mayor parte de las entidades federativas en que hay focos rojos de asesinatos de niñas y mujeres es muy alto el de hombres; en ese sentido, es alarmante la situación de inseguridad prevaleciente y la violencia está en todas partes. Se suceden hechos violentos por doquier que alcanzan a personas ajenas a la violencia. Los asesinatos dolosos están asociados a la delincuencia organizada, al tráfico de personas, drogas, armas, dinero y mercancías, así como al secuestro y la violencia policíaca, militar y paramilitar que culmina en asesinatos.

En el caso de las mujeres, además de estar en dichas condiciones y de que las alcancen hechos violentos, la situación se agrava con la violencia familiar machista y misógina, en particular la violencia conyugal presente en todas las formas de emparejamiento (desde el noviazgo y el matrimonio, hasta el amasiato, el concubinato y las uniones libres), la prostitución forzada, la producción y el consumo de pornografía.

Estas formas de violencia se dan en el marco de un alto rango de exclusión, marginación, explotación y extrema pobreza de las mujeres, base de índices elevados de morbilidad y mortalidad femenina como la materna e infantil debidas al crecimiento precario, la desnutrición, los padecimientos y las enfermedades no atendidas.

Hasta este momento, la Comisión Especial ha investigado la muerte violenta de niñas y mujeres en el país a través de información oficial, ésto nos ha permitido dar cuenta de la amplitud e importancia de las precarias condiciones de vida de la mayoría de las mujeres y la prevalencia de la violencia de género en todo el ciclo de vida de mujeres de todas las clases sociales y todos los grupos étnicos. Ese conjunto de condiciones conduce al feminicidio.

La atención insuficiente e inadecuada por parte de las instituciones además de ser inaceptable, agrava la problemática y la propicia.

De acuerdo con Belém Do Pará, la CEDAW, la Conferencia de Beijing y Beijing + 10, la violencia contra niñas y mujeres es un mecanismo de dominio, control y opresión de género de las mujeres.

En grados distintos, todas las mujeres en México están sometidas a la sujeción de hombres e instituciones, de las familias, de todas las formas de organización social y las comunidades, hasta del Estado. La desigualdad de género es social y económica, pero también jurídica, política y cultural. La cosificación, el trato de las mujeres como cosas y no como seres humanas, prevalece en el maltrato cotidiano visible e invisible de las mujeres, en las familias y parejas, y es realizada por parientes, cónyuges y amistades; en otros círculos sociales es concretada por conocidos y desconocidos, por autoridades, gobernantes, funcionarios, representantes, dirigentes, profesionales, colegas y compañeros.

La violencia de género está presente en la casa y en la calle, en sitios privados y públicos. Los estereotipos dosificadores prevalecen en el campo de las representaciones sociales, culturales y lingüísticas. Así, la violencia de género y los estereotipos son difundidos por los medios de comunicación y recreados por científicos, intelectuales y artistas en producciones científicas, de publicidad, artísticas y literarias, a través de la radio, la televisión, el cine, la prensa, los videos, Internet y toda clase de espectáculos. La inversión económica en la reproducción de la violencia es inconmensurable.

De hecho, las mujeres están colocadas casi siempre en condiciones de desigualdad y sometimiento, además en constante inseguridad. La violencia conyugal y familiar hace que la casa no sea un sitio de resguardo, y la violencia pública hace que los centros educativos y laborales, las calles, los sitios de diversión o de reunión social o cultural, los transportes, los caminos, los barrios, los parques y los terrenos baldíos, sean percibidos como peligrosos.

Es evidente también que el horario de menor riesgo es limitado para las mujeres y es una costumbre generalizada que éstas no deben andar solas.

El maltrato a las mujeres, la desigualdad y la inequidad de género prevalecen en el mercado laboral formal e informal, en la educación, el acceso a la salud, lo que impacta de manera negativa en el desarrollo personal y colectivo y en el acceso de las mujeres a la distribución de la riqueza y del poder político.

Es decir, la mayoría de las niñas y de las mujeres es más pobre que los hombres de su misma condición social; la explotación es mayor en las niñas y las mujeres debido a la desprotección social, sindical y a la asimétrica organización del trabajo, la doble jornada, la brecha salarial, la explotación infantil y la jerarquía laboral. En México es evidente la feminización de la pobreza. Gran parte de las personas analfabetas y monolingües son niñas y mujeres, e incluso aquellas con alta preparación profesional ocupan posiciones secundarias y reciben menor remuneración.

Las mujeres están subrepresentadas en los espacios públicos, en las instituciones y en el Estado. Son escasas las mujeres que gobiernan —en mayor número son ediles—, sólo hay una gobernadora en treinta y tres entidades federativas y no llega al 25% la participación de las mujeres en el Congreso de la Unión, con 22.8% en la Cámara de Diputados y 16% en el Senado.

El porcentaje es mucho menor en la mayoría de los congresos locales. De hecho, el proceso de construcción de la ciudadanía de las mujeres es desigual y heterogéneo, por ello las mujeres en México, como género, tienen una condición política minorizada.

La agresión, el castigo y la venganza dañina son derechos reales ejercidos sobre las mujeres por parte de los hombres, a quienes la sociedad y el Estado, así como diversas ideologías, creencias, tradiciones, usos y costumbres, legitiman en una posición de supremacía sobre las mujeres, previamente inferiorizadas, colocadas en sujeción, bajo su control y de las instituciones.

A lo largo de la vida, las niñas, las adolescentes, las jóvenes, las maduras y las ancianas son objeto de agresiones sexuales, físicas, emocionales, verbales, patrimoniales y simbólicas. La sociedad considera natural esta violencia, culpabiliza a niñas y mujeres, las señala como víctimas propiciatorias de los delitos en su contra y exonera a los hombres; en ocasiones se frivoliza y es parte del humor cultivado socialmente y de los chistes.

En diversos círculos socioculturales la violencia es parte de las prácticas sociales y las relaciones entre las personas, aun entre las confiables y próximas, y es frecuente la violencia en el enfrentamiento de todo tipo de conflictos.

Los hombres están colocados en posiciones de supremacía de género y las mujeres en posiciones inferiores y además supeditadas a múltiples formas de poder y dominio de los hombres.

Estas posiciones sociales de género se dan en el marco de creencias e ideologías sobre la natural y real igualdad entre unos y otras. Múltiples explicaciones sostienen que los problemas de violencia, discriminación o exclusión de niñas y mujeres se deben a fallas de ellas mismas y los hechos de violencia y dominación de los hombres se deben a algo externo que se ingiere como las drogas o el alcohol, a facetas de personalidad o alteraciones emocionales provocadas, o su naturaleza. La prevalencia de dichas creencias y explicaciones impide tener conciencia sobre las causas de la violencia y la opresión genérica y sobre las medidas personales, sociales e institucionales para eliminarlas. La sociedad, las autoridades, las niñas y las mujeres que la padecen no elaboran racionalmente la experiencia, ni aprenden de otras alternativas para diseñar soluciones.

En ese sentido, se plantean diversas interpretaciones fantásticas del problema y se ponen en práctica medidas parciales, equívocas e ineficaces para enfrentarlas.

Los hombres son educados para reaccionar con violencia ante lo que les disgusta, por impotencia y competencia, pero también, como muestra de autoafirmación y valía, de soberbia y poder.

Las mujeres son educadas a soportar la violencia como un destino y a no responder con violencia, ni siquiera a defenderse.

El machismo y la misoginia conforman núcleos fundamentales de las identidades masculinas y son, asimismo, dimensiones vigentes de formas de identidad nacional y del sexismo generalizado.

Los avances de las mujeres, aún insuficientes y desiguales, se han dado en este marco, han merecido grandes dosis de rechazo social y un sinfín de obstáculos superados con enormes esfuerzos sociales y de las mujeres mismas.

A pesar de que nuestra Constitución tutela los derechos a la igualdad (Artículo 4ª) y a la no discriminación (Artículo 1º), prevalecen en nuestro país la hostilidad y el desprecio misógino hacia las mujeres, la vanagloria machista de los hombres y una enorme tolerancia hacia el dominio y la violencia de los hombres lo que produce una gran impunidad.

Diversas ideologías justifican la violencia en los hombres como un componente de su identidad, así como la obligación de las mujeres de soportar la violencia y aceptar la desigualdad, el trato inequitativo, la injusticia y la falta de derechos y de libertad, como un rasgo moral de identidad femenina.

En la sociedad y en el Estado hay un reconocimiento desigual de los derechos humanos de las mujeres incluyendo los derechos sexuales, sociales y económicos, civiles y políticos, los cuales no son universales y son permanentemente violentados. En varias entidades federativas la violencia contra las mujeres no es delito y, en términos generales, sólo está tipificada la violencia familiar o intrafamiliar. No se reconoce jurídica ni judicialmente la violencia específica contra las mujeres, como violencia de género.

Este es el marco de la cotidianidad de las mujeres en México. Cuando se concentran o aumentan las formas de opresión y violencia las mujeres quedan en vulnerabilidad y, en el extremo, en riesgo de ser asesinadas.

La base de los crímenes contra las mujeres radica en estas condiciones de vida, en las que el género opresivo sobredetermina tanto a las mujeres, como a los hombres. De ella dan cuenta los medios de comunicación y son denunciados con indignación por organizaciones civiles y con impotencia por familiares.


POR LA VIDA Y LA LIBERTAD DE LAS MUJERES,
1er Informe Sustantivo de actividades 14 de abril 2004 al 14 abril 2005,
Comisión Especial para Conocer y dar seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada.
LIX Legislatura Cámara de Diputados H. Congreso de la Unión.

viernes, 13 de febrero de 2009

Discriminación basada en el género


La discriminación social de la mujer constituye un hecho históricamente fundado en la construcción de la supremacía masculina. Luego de siglos de permanencia en la oscuridad y la pasividad, la voz de la mujer moderna comienza a tener eco y avanza – aunque con un sinfín de obstáculos- hacia la equidad de género.


Diferencias entre sexo y género.


La diferenciación mujer/hombre -entendida como seres biológicamente distintos en función de determinadas características corporales- se completa en la actualidad con la idea de construcción social del género, ya que la distinción anatómica no es suficiente para justificar los roles establecidos del macho y la hembra en la sociedad, sino que éstos responden a una conjunción de factores biológicos, psíquicos y socioculturales. La moderna noción de género incluye la cultura que construye y determina lo propio para cada sexo, en donde lo simbólico crea las condiciones para la internalización de estas prácticas. Así ha cambiado en la posmodernidad el eje de discusión sobre las desigualdades entre los sexos, que ya no se funda en la arraigada naturaleza superior del hombre, sino que deja al descubierto la existencia de un discurso jerárquico construido por hombres a lo largo de los siglos.


Debilidades y fortalezas.


Desde la antigüedad y hasta nuestros días encontramos una historia en la que el hombre se constituye como ser fuerte, racional, inteligente, dominante, en oposición a la mujer débil, sentimental, ignorante, dominada, etc. La cultura occidental moldea estas ideas e impone el orden social masculino, que no requiere justificación sino que se naturaliza; en su subjetividad la mujer se percibe a sí misma y es reconocida en tanto ser dependiente de un hombre superior. La mujer inferior no puede ocupar otro lugar en la sociedad que un lugar marginal; el poder, la riqueza, el conocimiento y el éxito son algunas de las cuestiones destinadas a los hombres.

A partir de la modernidad surge un nuevo discurso acorde con las necesidades de la sociedad industrial; la idea de maternidad y familia, lugar en el cual la mujer va a ocupar su lugar socialmente impuesto, como madre casta, sin deseo sexual ni mayores aspiraciones personales que la vida en el hogar. Este nuevo imaginario sobre los roles sólo se reproduce parcialmente en las clases más altas, ya que en la clase trabajadora las mujeres y los niños son explotados por el sistema capitalista durante largas jornadas laborales. El avance la medicina en los últimos siglos (desde donde nos llega también el discurso moral sobre el deber ser femenino) y la disminución de la mortalidad infantil sirven para reforzar el mito mujer=madre dedicada a la crianza de sus hijos.


Mujer- Cosa.


Es a partir de este discurso intencional instalado casi desde el comienzo mismo de nuestra historia que la mujer ha sido sometida y ubicada en el lugar preparado especialmente para ella. Desde este lugar inferior la mujer ha cumplido diferentes funciones: la mujer madre, o esposa, o amante o esclava al servicio de un hombre que no la requiere sino como una “cosa” destinada a satisfacer sus necesidades. La sociedad ha internalizado esta relación asimétrica, y el discurso es legitimado tanto por hombres como por mujeres, que sin una reflexión crítica de la situación, ven a través de los cristales de la dominación el ejercicio de estos roles.


Violencia invisible.


Al hablar de discriminación, es ineludible considerar la gravedad de los diversos – y permanentes- actos de violencia hacia las mujeres en todo el mundo. El concepto Violencia de Género se refiere a todas las formas mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema de jerarquías impuesto por la cultura patriarcal: se trata de una violencia estructural que se dirige hacia las mujeres con el objeto de mantener o incrementar su subordinación al género masculino hegemónico. La violencia de género adopta formas muy variadas, tanto en el ámbito de lo público, como en los contextos privados. Ejemplos de ella son, entre otras, todas las formas de discriminación hacia la mujer en distintos niveles (político, institucional, laboral), el acoso sexual, la violación, el tráfico de mujeres para prostitución, la utilización del cuerpo femenino como objeto de consumo, la segregación basada en ideas religiosas y, por supuesto, todas las formas de maltrato físico, psicológico, social, sexual que sufren las mujeres en cualquier contexto, y que ocasionan una escala de daños que pueden culminar en la muerte1.

El reclamo de la toma de medidas tendientes a suprimir el maltrato físico y psicológico de las niñas y mujeres debe ser prioridad en las agendas de los gobiernos, pero para ello es necesario que la toda la sociedad se involucre en este tema, comprendiendo que no es una cuestión “de otros”: si observamos a nuestro alrededor, cotidianamente vemos situaciones de degradación de las mujeres (en la calle, en el trabajo, en las familias, en los medios) en las cuales directa o indirectamente podemos intervenir, hablando con las víctimas o contactándolas con instituciones dedicadas a la prevención y acción sobre la violencia de género.


Rompiendo moldes


Con un contexto adverso, se ha producido sin embargo un avance de la inserción y participación de la mujer en distintos ámbitos, que es lento pero sostenido. Muchos organismos públicos y privados se dedican a trabajar por la igualdad de oportunidades entre los géneros, lo que remite a la idea de justicia en el tratamiento tanto para varones como para mujeres. A pesar de estos esfuerzos (leyes, convenciones, trabajo en derechos humanos), no basta una reivindicación “desde arriba” para lograr esta igualdad: se hace necesaria la participación de los individuos en este proceso, ya que lo que se intenta modificar son pautas culturales arraigadas, que implican valores, y que pueden ser revertidas solo a través de la toma de conciencia gradual de esta situación de inequidad.


Participación real para garantizar la equidad de género.


Las posibilidades en relación a la equidad de género son mucho más promisorias a la luz de los resultados obtenidos en las últimas décadas que los siglos que nos preceden. En esta posmodernidad que vivimos, la celeridad de los cambios económicos, políticos y culturales pueden abrir esperanzas de un cambio en la situación de las mujeres que, aún con las reivindicaciones logradas, continuamos inmersas en este sistema de dominación y exclusión permanente. Para ello, serán necesarias políticas firmes de intervención que logren disminuir la discriminación, la explotación y la violencia de miles de mujeres sometidas a la opresión de un sistema perverso que se alimenta de ellas. Pero estas políticas sólo pueden surgir de las demandas sociales, y es en este punto donde debemos actuar con responsabilidad participando, mujeres y hombres, para lograr la igualdad de los sexos.

Paula Basaldúa.

Argentina

Imagen de: BLASBERG

jueves, 12 de febrero de 2009

Primera condena por violencia de género en Guatemala


Entidades defensoras de los derechos de las mujeres destacaron hoy la importancia de la primera condena emitida por un tribunal en Guatemala bajo la ley contra el femicidio y otras formas de violencia de género.
Las agrupaciones consideran la pena de cinco años de prisión impuesta a Calixto Simón Cum por golpear a su esposa, como un hito en la historia de la reivindicación de las garantías de la población femenina.
Delia Castillo, representante del Organismo Judicial, explicó a Prensa Latina que la violencia de género es un fenómeno escalonado, el cual comienza por agresiones físicas o psicológicas y -de no tomar medidas- puede llevar hasta el asesinato.
Lamentablemente, dijo Castillo, muchas veces ellas no denuncian los golpes o, cuando lo hacen, las autoridades no accionan de manera correcta y eso trae graves consecuencias.
Durante 2008 se registraron en el país 722 asesinatos de mujeres y en muchos casos estuvieron precedidos por ataques de los convivientes o familiares de los cuales se hizo caso omiso, precisó la funcionaria.
La Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar destacó la importancia de esta condena por agresión física, porque demuestra la eficacia de las nuevas normas para que el Estado cumpla su función de proteger la vida y la seguridad.
Aunque no se logró la máxima sanción prevista por la legislación, este es un paso contra la impunidad en la cual permanecen los asesinatos de féminas, señaló Hilda Morales, de la Red de la No Violencia contra la mujer.
La activista agregó que aún falta un largo camino por recorrer, como fortalecer las estructuras de administración de la justicia, sensibilizar a jueces y fiscales y lograr la participación activa de la sociedad civil.
“En la actual Guatemala, donde campean la impunidad y la dispersión institucional, este caso es pequeño, pero el mensaje es claro: la mujer sabe que puede denunciar y no estará sola”, precisó Morales.

mgt/car/mga
10 de Febrero. Prensa Latina

lunes, 9 de febrero de 2009

Dos veces muertas


NI UNA MÁS... NI UNA MENOS!
Lo que no se nombra no EXISTE: MUÉVETE POR LA IGUALDAD


Tras el rótulo de "crimen pasional", los asesinatos de mujeres en Argentina son tan cotidianos que se vuelven invisibles. Según el registro de una organización no gubernamental, en 2008 fueron muertas 207 mujeres, casi siempre por sus parejas o ex parejas.
Baleadas, apuñaladas, asfixiadas, estranguladas o golpeadas. A veces violadas. Otras, asesinadas junto a sus hijos por la misma violencia machista que goza de amplia tolerancia social y política, denuncian entidades humanitarias y de mujeres.

El Estado, al ignorar esta forma gravísima de violencia y discriminación, no sólo falla en la protección de las víctimas sino que está incumpliendo compromisos internacionales que asumió hace décadas, agregan.

Los datos sobre femicidios surgen del monitoreo de la asociación feminista La Casa del Encuentro, que trabaja en esta temática vinculada a la población de mujeres y que recogió la información en diarios y agencias de noticias nacionales y provinciales.

Una iniciativa similar --con diferentes parámetros para la medición pero resultados igualmente alarmantes-- estuvo a cargo de la Asociación Civil Artemisa Comunicación y de la filial argentina de la organización humanitaria Amnistía Internacional.

La intención, en todos los casos, es echar luz sobre un drama social silencioso, que se alimenta de la discriminación y la denominación.

La nómina de La Casa del Encuentro incluye el nombre y la edad de la persona muerta, la forma en que fue asesinada y el parentesco que tenía con el principal sospechoso. En muchos casos se consigna el suicidio del matador.

No se incluyeron casos de mujeres hospitalizadas por golpes y heridas que fallecieron luego por paro cardiorrespiratorio, aclara el informe. Sí se mencionan casos de "femicidios por conexión" como dos hermanos, de dos y cuatro años de edad, muertos a martillazos por su padre en un acto de "venganza" contra la madre.

"No se trata de un fenómeno nuevo, aunque sí creciente", dijo a IPS la activista Fabiana Tuñez, de Casa del Encuentro. "Lo que queremos demostrar con esta investigación es que no hay estadísticas oficiales y por eso tampoco hay leyes, ni campañas de prevención o erradicación de la violencia de género", remarcó.

Las mujeres no sólo necesitan animarse a denunciar el maltrato antes de que sea tarde, afirman activistas. También requieren asesoramiento jurídico y psicológico, en las situaciones más graves, un hogar transitorio para ellas y sus hijos, y hasta ayuda económica cuando están desempleadas o son trabajadoras en sus propias casas.

Según las denuncias de distintas organizaciones, cada año 4,5 millones de mujeres soportan alguna forma de violencia en este país. Más de 600 están desaparecidas, presuntamente cautivas de redes de explotación sexual. Hay al menos 200 asesinadas y cientos de víctimas de violaciones sexuales, precisó Tuñez.

En los medios de comunicación la violencia de género se expresa en la denigración de la mujer, la exaltación de su cuerpo o la desvaloración de su papel. La entidad Periodistas de Argentina en Red - Por un Periodismo no Sexista (PAR) elaboró en 2008 un decálogo para el tratamiento periodístico de estos casos.

El decálogo propone, entre otras máximas, "desterrar" de las redacciones la figura del "crimen pasional" para aludir a los asesinatos de mujeres, y no buscar en ellos justificaciones o "motivos" como el alcohol, las drogas, los celos o las infidelidades, que distraen del hecho principal, la violencia extrema ejercida por una persona contra otra.

Para sacar a la luz estos asuntos, Amnistía Internacional presentó en noviembre el informe "Muy tarde, muy poco. Mujeres desprotegidas ante la violencia de género en Argentina", tras una serie de recomendaciones y señalamientos que no encontraron eco en las autoridades. Ese documento subraya que la violencia contra mujeres "es una práctica generalizada en el hogar y en la comunidad" y reclama al Estado una acción "urgente".

"Los índices elevados de muertes, lesiones y agresiones que sufren las mujeres en Argentina pueden considerarse un indicador de la inacción a la hora de abordar las desigualdades entre hombres y mujeres", afirma el estudio.

"Argentina no tiene una política eficaz, coherente y coordinada para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres", dijo a IPS Rafael Barca, director de la filial nacional de Amnistía.

Una víctima puede contar con asistencia estatal en Buenos Aires, pero no en otras provincias como Jujuy, en el noroeste del país, ejemplificó.

A su juicio, una manifestación de la falta de interés gubernamental es el monto de los recursos asignados. El Consejo Nacional de la Mujer, encargado de las políticas sectoriales, recibe menos de una sexta parte que lo que se destina a la promoción del turismo.

Después de cuatro años de labor, el Senado argentino aprobó a fines de 2008 un proyecto integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género en todas sus formas y en todos sus ámbitos. El texto recoge buena parte de los reclamos, pero aún no fue sancionado en la cámara baja.

"Nosotros hicimos propuestas, presentamos un plan de 14 puntos, pero no hay voluntad de atacar el problema de raíz", protestó Barca. Para ello se requeriría por ejemplo empezar desde la educación primaria a combatir los prejuicios sexistas, remarcó.

Según Barca, la ley sería solo un aspecto de la estrategia.

El hecho de que Argentina esté presidida por una mujer, Cristina Fernández, no contribuyó a cambiar esta realidad.

"Uno esperaría que cualquier presidente se comprometiera, pero (Fernández) fue una de las pocas líderes que no aprovechó el 25 de noviembre --Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer--, para pronunciarse" contra estos males, indicó.

Amnistía estima que falta "un liderazgo público que verbalice esa condena a fin de que las víctimas se sientan acompañadas y se animen a denunciar". Esa fue una de las recomendaciones hechas a las autoridades, manifestar que esa violencia es "inaceptable".

El Estado argentino no cumple compromisos internacionales asumidos hace tiempo, como la ratificación en 1985 de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, que este país ratificó en 1996.

Marcela Valente, Buenos Aires

jueves, 5 de febrero de 2009

A tradución da literatura feminista ao galego



Chegan boas noticias da industria editorial: por unha banda, a colección "As letras das mulleres", que coeditan Sotelo Blanco e o Servizo Galego de Igualdade, incorpora un novo número: Amor vermello, escritos sociais e políticos, da comunista e feminista rusa Alexandra Kollontai, unha escolma realizada por Igualdade e traducida do inglés por Fe González.

Outro día deterémonos nesta nova achega á nosa lingua, pero hoxe centrámonos na publicación, para marzo, da segunda parte d'O segundo sexo, de Simone de Beauvoir, A experiencia vivida, logo de que o ano pasado, con motivo do centenario da propia Beauvoir, se publicase en galego o primeiro deles, Os feitos e os mitos. A tradución corre a cargo de Margarida Rodríguez Marcuño, e a edición, de Xerais e a Secretaría Xeral de Igualdade.

Aquí achegamos algún material que saíu publicado n'A Nosa Terra con motivo do centenario de Beauvoir e da publicación do volume en galego.


O feminismo no centenario de Simone

Hai un século, o 9 de xaneiro do 1908, naceu en París Simone de Beauvoir. A máis vella de dúas irmás medrou nunha familia burguesa, educada baixo unha severa disciplina católica, pero tamén accedeu a un acervo cultural privilexiado. Na súa mocidade empezou a cuestionarse moitas cousas, entre elas a existencia de Deus, e a reflexionar sobre a liberdade do ser humano e a responsabilidade das súas accións.

Entrou na Sorbona para estudar Filosofía, Matemáticas e Letras, con só 17 anos, e non tardou en se converter na alumna máis destacada, compañeira de Jean Paul Sartre, Levi Strauss ou Merleau Ponty. Licénciase con 21 anos, e dedícase ao ensino até que a acusan de corromper ás alumnas (as súas ideas non casaban moito coas do poder) e a apartan da docencia. Por entón estoura a II Guerra Mundial. Na súa primeira novela, A convidada (1943), reflexiona xa sobre a diferenza entre homes e mulleres no xeito en que foron educados para conceptuar o amor.

Entón dedicará a súa vida ao pensamento e á escrita: fai reportaxes para Combat, insírese na Resistencia e fai reportaxes na España esgazada polo fascismo. Viaxa a América, máis tarde aos países do chamado “socialismo real” (Cuba, China, a Unión Soviética), e non para de escribir: á convidada séguenlle O sangue dos outros, Todos os homes son mortais e As bocas inútiles (entre o 45 e 46).

En xuño do 49 publícase o primeiro tomo d'O segundo sexo, Os feitos e os mitos, precedido de tres artigos que foran publicados en Les Temps Modernes sobre a sexualidade feminina, o lesbianismo e a maternidade. Neste primeiro tomo aborda, dende o discurso da bioloxía, o da historia e o da mitoloxía, como se constrúe a identidade feminina, sempre como un Outro do suxeito universal, varón. A reacción non se fixo esperar: os dous tomos (este e máis A experiencia vivida) foron incluídos no Index de libros prohibidos do Vaticano, e a intelectualidade francesa (masculina) responde escandalizada. Aínda un século despois, precisamente con motivo da efeméride, non é raro vermos na prensa ultraconservadora artigos detractores que, en aras dunha “desmitificación” da figura de De Beauvoir, critican a súa vida privada, a súa relación con Sartre ou os seus posicionamentos políticos sen achegaren nada sobre a súa obra e o que supuxo para o feminismo.

De feito, O Segundo Sexo é o libro de cabeceira de moitos dos feminismos do século XX: De Beauvoir ía moito máis alá do academicismo ou de pretender sentar doutrinas. O seu activismo fíxose patente nos setenta, no seu compromiso directo coa liberdade. É un dos alicerces da campaña polo aborto en Francia, cede a súa casa, ocupa locais, asina manifestos e aposta por combinar coas prácticas legais métodos de loita ilícitos.

Ao Estado español, O Segundo Sexo chegou no 72, editado por Aguilar, no medio dunha ditadura que convertía ás mulleres en menores de idade, carentes de dereitos xurídicos e relegadas a “anxos do fogar”, co apoio dunha Igrexa cómplice. Sacudiu totalmente as conciencias: a autora non pretendía, como declara no libro, “enunciar verdades eternas, senón describir o fondo común sobre o que se alza toda existencia feminina singular”. Agora poderemos lelo en galego, grazas á colaboración entre a Secretaría Xeral da Igualdade e a Edicións Xerais, que publican neste día os dous tomos, traducidos por Margarida Rodríguez Marcuño.

O seu feminismo rexeita o esencialismo biolóxico (a primeira parte d'O Segundo Sexo incide en como non é a natureza a que implanta os sexos tal e como os concibimos). É a experiencia, a existencia propia o que configura a nosa identidade. Nada mellor para explicalo cás súas propias palabras, no inicio do segundo tomo: “Non se nace muller: chégase a selo. Ningún destino biolóxico, físico ou económico define a figura que reviste no seo da sociedade a femia humana; a civilización en conxunto é quen elabora ese produto intermedio entre o macho e o castrado ao que cualifica como feminino. Só a mediación cun alleo pode constituír a un individuo nun Outro”.

Feminismo da igualdade, logo, que aposta polas identidades sexuais múltiples, un anticipo do que décadas despois desenvolve Judit Butler. Rexeita os esencialismos e emprega a fenomenoloxía existencialista para desapegar a “inmanencia” ou a natureza da construción do suxeito: por que o xenérico do humano é varón e as mulleres quedan relegadas a un limbo de in-identidade, in- esencia? Esa é a pregunta que desmonta a construción esencialista do mundo: somos o que somos en función da nosa transcendencia, nada nos determina. O sexo tampouco. “A muller” non é unha verdade, senón un concepto cultural. De Beauvoir refírese, n'O segundo Sexo, a un futuro en que non haberá homes e mulleres, senón persoas, traballando nunha situación igualitaria, nunha sociedade socialista. Case 60 anos despois da publicación desta obra de cabeceira, logo de moitos avances, aínda continúa existindo unha cosmovisión do que é ser muller que cómpre revisar. Bo momento para reler a Beauvoir.

Entrevistas:



Lara Rozados

miércoles, 4 de febrero de 2009

Feminist men

Una recomanació feminista, escrita per un home. Ni todas las mujeres son feministas, ni todos los hombres apoyan el patriarcado. Per mostra, una recensió d'una investigació en gallec de Lisboa d'un home feminista.


DIEGUES, Carlos, A revolução pendente. Feminismo e democracia, Galiza, Estaleiro Editora, 2008, 156 p.

No contexto de “inflação da cultura”–en termos de María Xosé Agra-, continua a ser difícil reconhecer os outros – e nomeadamente as outras- como seres humanos iguais. A revolução pendente. Feminismo e democracia é um alegato feminista para reconhecer a outra metade da humanidade: as mulleres, dito isto dum jeito nom essencialista, pois junto ao autor do texto coincidimos em afirmar a pluralidade e mobilidade intra-identitária. Carlos Diegues defende nestas páginas, com rigor e fidelidade ás fontes das que bebe de jeito sempre crítico, o reconhecimento como umha questom de justiça, como figera Nancy Fraser no contexto anglosaxom e Agra no nosso contexto.

Diegues, na linha de Fraser, demanda justiça desde umha perspectiva dual. O reconhecimento das mulheres é visto como meio e nom como fim. Pois o fim deve ser a crítica da “subordinação e da desigualdade em geral”, mais pertinente que nunca no contexto de globalizaçom actual, onde as diferenças entre mulheres medran, parelhas à feminizaçom da pobreza, e às novas formas de opressom. O respeito da dignidade dos seres humanos e a garantia da aplicaçom dos dereitos humanos e cidadáns- en tanto parte dum sujeito global- é o fim que persegue um feminismo global, ou o que vem a ser o mesmo, umha concepçom de justiça global.

A repolitizaçom que devolva as reivindicaçons éticas à esfera política e que rache a distinçom entre o eidos público e o privado é o fio que estrutura este ensaio. O feminismo é entendido como sinónimo de democracia polo autor, comprometido com este projecto emancipador teórico e prático. Nesta medida, Diegues aponta para o reconhecimento como fundamental, pois sem ele nom há justiça, e sem ela nom há democracia.

Por todo o antedito, estamos perante umha obra de radical actualidade, elaborada cumha metodologia académica, fruto dum trabalho doutoral, que confire ao texto um rigor conceptual fundamental na hora de tratar teorias complexas como o multiculturalismo, o liberalismo, etc. Tarefa que o autor acomete com valor e convencimento meditado, seguindo os sendeiros abertos por autoras da talha de Benhabib, Fraser, Okin ou Young. Diegues reflexiona sobre as questons da justiça e a igualdade, negando a separación liberal entre ambas, para facer así honra aos princípios da democracia radical, ainda nom acadada, daí o título: a revoluçom continua a estar pendente.

Iolanda Martínez Suárez


We wait for yours recommendations, anothers readers, maybe congressos o idees d'activitats que podamos compartir entre tod@s.

lunes, 2 de febrero de 2009

Hem creat aquesta pàgina per canviar el món. O mundo precisa de proxetos creativos, de iniciativas ambiciosas para conquerir o equilibrio, a mesostés grega. The world need a change, a big change. Purple revolution beguins! La igualdad es de justicia y con una brocha violeta y verde estamos dispuest@s a pintarla. Nuestra sociedad necesita una mano de pintura. Abaixo a maquillaxe e arriba a reconstrución en época de crise. The best moment to change the world is the worst one. Una pàgina feminista, per la igualtat de homes i dones, tots i totes persones. Quatre llengues per facilitar la comunicació en un món multicultural. Estamos a prol da igualdade e en contra dos prexuizos que o multiculturalismo, tamén patriarcal, causa ás mulleres. El objetivo de esta ventana al mundo es el de airear las alfombras en los balcones y limpiar la dominación masculina que se esconde debajo, arraigada en el forro, en el fondo de los tejidos. Xa abonda de tecer sen mirar de limpar o tecido, den deixar as agullas e os dedais protetores, levantamos os prexuizos patriarcais do subconsciente. In this web page, we fire discussion topics, avisarem de activitats feministes a prop de casa teva, listaremos información útil para feministas -hombres y mujeres contra la desigualdad, contra la injusticia, denunciaremos feitos e proporemos accións. Estem obert@s a tot allò que vulgueu compartir des d'el respecte, la justicia i la voluntat de fer un món més igualitari, sen rancor, con forza, whit the intention to improve our lives, because we can do all we want to do.